Vídeo toma de posesión de Antón Costas Comesaña como consejero nato del Consejo de Estado
Transcripción
00:00 Música tranquila. Letrero con texto: Toma de posesión de Antón Costas Comesaña como consejero nato del Consejo de Estado.
00:10 Comienza el acto en la Sala de Plenos del Consejo de Estado, reunidos Presidenta del Consejo de Estado, señoras y señores Consejeros, letrados y Secretaria General del Consejo de Estado.
00:12 María Teresa Fernández de la Vega. Presidenta del Consejo de Estado La presidencia acordó convocar pleno en el día de hoy, para proceder a la toma de posesión como Consejero Nato de Estado del excelentísimo señor don Antón costas Comesaña. Tiene la palabra la Señora Secretaria General.
00:29 Secretária General. Muchas gracias señora presidenta la refiero al Real Decreto de nombramiento. Real Decreto 315/2021, de 4 de mayo, por el que se nombra Presidente del Consejo Económico y Social a don Antonio Costas Comesaña.
A propuesta de las Ministras de Trabajo y Economía Social, de Hacienda, y de Asuntos Económicos y Transformación Digital, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 4 de mayo de 2021, Vengo en nombrar Presidente del Consejo Económico y Social a don Antonio Costas Comesaña. Dado en Madrid, el 4 de mayo de 2021. FELIPE REY. La Vicepresidenta Primera del Gobierno y Ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, CARMEN CALVO POYATO
01:18 Presidenta. Los Consejeros de Estado Don Fernando Ledesma Bartret y Doña Victoria Camps Cervera se servirán acompañar a Don Antón Costas Comesaña hasta el salón de sesiones.
01:31 Los Consejeros de Estado Don Fernando Ledesma Bartret y Doña Victoria Camps Cervera salen del salón para recoger y acompañar a Don Antón Costas Comesaña de nuevo hasta el salón de sesiones.
02:14 Don Antón Costas Comesaña. Prometo haberme fiel y lealmente el el desempeño de mi cargo de Consejero de Estado, lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución Española con arreglo a lo que consultaré en los negocios que me fueren encomendados.
02:50 Don Antón Costas Comesaña se pone la toga y medalla.
03:32 Presidenta. Tiene la palabra el señor Don Antón Costas Comesaña.
03:39 Don Antón Costas Comesaña. Excma. Sra. Presidenta, señores Consejeros y Consejeras, Secretaria General, señores Letrados y Letradas, Autoridades, Amigos y Amigas, con la contención en la expresión que es norma del Consejo de Estado permítanme hacer unas breves reflexiones sobre tres cuestiones que esta mañana se agolpan en mi cabeza.
La primera será de agradecimiento, como no podría ser de otra manera, la segunda será una pequeña consideración de la conveniencia que los economistas busquemos el, la amistad con los letrados y con los filósofos, en el sentido general con los humanistas. Y la tercera, muy breve será, de una manifestación de compromiso.
Permítanme comenzar manifestando la alegría que para mí representa el ingreso en esta respetable y venerada institución.
Una alegría que he de confesar que se vio aumentada por el hecho de que cuando acepté ser candidato a la Presidencia del Consejo Económico y Social, yo no sabía en aquel momento que esa condición traería consigo el regalo de incorporarme a esta casa, por eso insisto que esa alegría ha sido de alguna manera más intensa.
Por ese motivo tengo también un doble motivo de agradecimiento a las personas que me apoyaron, que me propusieron y me apoyaron en la Presidencia del Consejo Económico y Social.
De forma rápida tengo que agradecer a las Ministras de Trabajo, Economía y Hacienda que hayan propuesto al Consejo de Ministros mi candidatura, que el Consejo de Ministros la haya apoyado, que la Comisión de trabajo del Congreso de los Diputados, que sabiendo mi idoneidad me haya aprobado y finalmente y de una manera determinante que el Pleno de 60 consejeros y consejeras del CES me hubiesen apoyado, digamos así, prácticamente por unanimidad.
No me corresponde a mi valorar los méritos que pueda tener para ejercer esa función, pero tengo que reconocer que ese apoyo me abruma, y de alguna manera esto, me abruma por lo que tiene de responsabilidad y de compromiso con la institución.
Y decía antes que este compromiso lo extiendo también al hecho, se acrecienta, lo extiendo al hecho de incorporarme a esta venerada y respetada institución. Y también por el respeto, por el respeto que he tenido siempre a esta Casa y a los consejeros y consejeras, pero también a los letrados y letradas, porque considero que es uno de los cuerpos más prestigiosos de la Alta Administración del Estado, por lo tanto, insisto, para mí es un alto honor pertenecer a esta Institución y espero ser digno de este honor.
Me han introducido en el Pleno los padrinos Fernando Ledesma y Victoria Camps. Son personas a las que admiro como al resto de consejeros y consejeras, pero son personas a las que admiro por su autenticidad, por su ejemplaridad y también, en la medida en que conozco, por la trayectoria brillante que han tenido y siguen teniendo en el ámbito del derecho y de la filosofía moral y política.
Y es este hecho el que me lleva, al que me llevaba hace un momento a decir, que yo creo que los economistas necesitamos siempre, pero hoy probablemente más que nunca, el cultivar la amistad, decía, con el mundo del derecho y con el mundo de la filosofía política y moral, en un sentido amplio, con las humanidades.
Y lo digo, porque en nuestra institución analítica, en nuestro concepto analítico básico como saben, es la noción de mercado, no? Y en muchas ocasiones, mi propia profesión tiende a considerar que el mercado es como una institución de derecho natural y, sin embargo, considero, aunque haya cierto elemento de polémica, que el mercado es el resultado de la ley.
Lo dice, lo ha dicho recientemente una prestigiosa jurista de la escuela de derecho de Columbia, Katherine Pistor, al señalar precisamente esto, que el mercado sin ley, el mercado sin derecho, es un mundo de la selva, que no es una institución natural, no, y en ese sentido, si me permiten, y de alguna manera es también un pequeño recuerdo a alguno de mis maestros, yo me familiaricé con esta idea de que el mercado no es una institución nacional, natural, perdón, sino el resultado de la ley. Decía, me familiaricé con ella desde muy joven, en mi doctorando en Economía.
Recuerdo como si fuera hoy, que mi maestro el profesor Fabián Estapé, me encargó, me sugirió -que es una manera educada de decir, cómo él sugería las cosas, ¿no?- de estudiar a un personaje que estaba olvidado, tanto en Cataluña como en España, que era Laureano Figuerola, como recuerdan como saben, un personaje esencial entre otras cosas, en la ,en los momentos iniciales de la Revolución Liberal , de la Gloriosa Revolución de 1868 y que considero que probablemente, es el reformador español que mayor influencia ha tenido en la configuración de la España moderna.
Sólo recordando que él es el padre de la unidad monetaria de España con la creación de la peseta, que es un producto de él. Es también el padre de la unidad del mercado interior, por lo tanto, de la unidad arancelaria, con el arancel llamado Figuerola de 1869 y es también, a mi juicio, aunque en este caso, no con el éxito que tuvo en las otras dos grandes reformas, también, el inspirador de un sistema hacendístico, de un sistema fiscal moderno que intentó ya en aquel momento introducir figuras como era el impuesto sobre la renta de las personas físicas.
En esto no tuvo éxito, pero insisto, ese personaje estaba oculto, a partir de la Restauración, tanto en Cataluña su tierra como en España, y el profesor Estapé me sugirió, por no decir me impuso, estudiar al personaje. Y él tenía una motivación muy clara, que me la expresó con palabras que les transmito, que son las mismas, las recuerdo perfectamente. El me dijo, que mi tarea era demostrar que en Cataluña también había habido liberales librecambistas y que no era cierto, que la protección en Cataluña fuese como la caña de azúcar en Cuba que crece sin necesidad de plantarla.
Ese fue mi encargo, pero sin embargo, al estudiar el personaje, me encontré como les decía ahora, un personaje subyugante, con una influencia, como todo buen liberal, con una idea clara de que las sociedades necesitan la educación como un elemento básico. Por eso él, su primera dedicación fue la pedagogía, y fue su manual fue durante muchos años, hasta principios del s.XX , curiosamente el manual de texto de muchos escuelas de maestros de España.
Sin embargo, su influencia fundamental fue como jefe de filas de la llamada Escuela Economista Española, esa escuela que en la Revolución, ya en el 54, en el bienio, pero especialmente en la Revolución liberal de 1868, introduce todos esos elementos modernos.
Insisto, solo para acabar al personaje, al cual dediqué 4 años y algo más, por lo tanto me permiten, me tienen que permitir un poco este pequeño exceso, no? Esto…, decía, con una influencia además cultural extraordinaria, fue Presidente del Senado, fue Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas , fue Presidente de… fundador y Primer Presidente de la Institución Libre de Enseñanza, sin embargo este personaje estaba oculto y de hecho unas de mis tareas fue casi detectivesca porque fue encontrar dónde estaban enterrados sus restos, y finalmente con la ayuda de otro de mis maestros Ernest Lluch, pudimos identificarlo en el cementerio de Girona, que hoy tiene una placa, diciendo que allí está enterrado.
¿Por qué he traído a Figuerola? Porque de Figuerola aprendí, en expresión exacta de él, que el mercado es el resultado de la ley. Y decía él. Y yo creo que esta es una idea, que hoy, en la economía moderna, en la economía actual, es muy necesario tener en cuenta, porque en nuestras economías tenemos muchas actividades muy relacionadas con los servicios públicos de red (es decir, electricidad, gas, telefonía, ahora Internet, transportes, agua) que son actividades económicas fundamentales, básicas, y que sin embargo, tienen elementos que no son exactamente de mercado, son mas bien elementos de monopolio.
Pero el esfuerzo de la regulación, una actividad a la que uno de mis padrinos, Fernando Ledesma, se ha dedicado a lo largo de su trayectoria, la regulación y las autoridades regulatorias, tienen un poco ese reto tremendo, muy difícil de cumplir, que es simular en esas actividades económicas que tienen componentes, que siguen teniendo elementos de no mercado, simular sin embargo, situaciones, un esquema regulatorio que las haga funcionar como actividades de mercado. Esto es tremendo, pero es una actividad en parte de los economistas pero en gran parte de los juristas y también de los Consejeros de esta casa, no?
Decía también que para nosotros, yo creo que para los economistas, es muy importante, cultivar la amistad, decía, con los juristas y también con los filósofos morales y políticos. Y aquí también, pues, el agradecimiento a mi madrina hoy, a la consejera Victoria Camps, por dedicarse a esta área de una forma brillante, y además con una gran capacidad de divulgación, que supongo que no es fácil en un área como la filosofía.
Y lo digo también, porque para los economistas es fundamental, aunque lo hayamos olvidado en muchos casos. Y déjenme solo citar de forma rápida a Adam Smith, al creador de la economía moderna, no tanto en su obra magna, en la Riqueza de las Naciones, sino en esa otra obra, que es sin embargo mucho más importante para comprender su pensamiento económico que es la Teoría de los Sentimientos Morales.
En la Teoría de los Sentimientos morales, Adam Smith dice esto “que una economía comercial – que era como se le llamaba en aquel momento a lo que hoy llamaríamos una economía de mercado- decía él, una economía comercial, que era esa economía que estaba germinando en Edimburgo, en la Escocia de finales del s. XVIII, esa economía comercial, no puede funcionar, esa economía de mercado, si me permiten, no puede funcionar de forma armoniosa ni orientarse al interés general, al bien común, si cada uno de los actores económicos, el carnicero, el panadero de Adam Smith, decía él, no incorpora en su economía comercial, lo que ahora mismo un economista llamaría en esta jerga un poco esotérica nuestra, la función de utilidad que si no incorpora en su conducta el principio de simpatía.
El principio de simpatía era la exigencia que Smith, que Adam Smith imponía a la economía de mercado, a los agentes de la economía de mercado, en el sentido de que cada uno, al vender carne, al vender pan, o al vender un producto financiero, diríamos hoy, tiene que incorporar el impacto que este tiene, que ese bien va a a tener en el bienestar de los consumidores.
En el momento, en el que olvidamos este principio básico, en el momento en el que olvidamos este componente moral o ético de la economía, la economía, la economía de mercado se nos va de las manos. Por eso les decía, que para mí, los economistas, tenemos que cultivar esta amistad y para mí, es una alegría y una oportunidad excepcional el hecho de que me pueda incorporar a esta casa, a esta Institución, al Consejo de Estado.
Acabo con una reflexión, siguiendo un poquito esta línea, por lo tanto, yo creo que nuestra función es la de orientar a la economía de mercado hacia el interés general, hacia el bien común. Hacia esos valores que están impresos en nuestra Constitución y que son materia de estudio y de dictámen y de consejo de esta casa. Y En este sentido sólo dos reflexiones muy rápidas.
Hoy estamos viendo, no sólo en nuestro país, en las sociedades occidentales de la economía de mercado, estamos viendo un profundo malestar, social y yo creo que un profundo y amplio rechazo a las políticas económicas que hemos desarrollado en las últimas décadas, no digo exactamente, ahora, sino en las últimas décadas, en particular en el año 2008 y creo que esas malas políticas han traído una profunda, de nuevo una profundad desigualdad.
Y para mí la desigualdad en una sociedad, siendo economista, una persona que defiende la economía de mercado, y si quieren de otra manera el capitalismo competitivo, sin embargo la desigualdad, una elevada desigualdad es como un poderoso disolvente que deshace la cohesión social, que deshace el contrato social, que toda, insisto, toda economía de mercado, toda democracia, necesita para funcionar armoniosamente.
Yo creo que el gran reto que tenemos delante hoy es construir un nuevo contrato social, un nuevo contrato social entendido como un compromiso, que tiene partes escritas y no escritas -la Constitución sería una parte escrita de ese contrato- pero que tiene un compromiso entre aquellos a los que les va bien, con el sistema, con la economía, y aquellos que se arriesgan a quedarse atrás, y en muchos casos, a quedarse en la cuneta, en la cuneta, ya sea en la cuneta del desempleo, en la cuneta de la falta de trabajo, en la cuneta de la falta de ingresos.
Y este compromiso para construir este contrato social, a mi juicio necesita políticas e instituciones nuevas. Políticas e instituciones nuevas que repartan mejor los riesgos que tiene el vivir en una economía de mercado, cuando digo una economía de mercado, una economía de mercado es por naturaleza maniaco-depresiva, tiene fases de euforia,fases de depresión, y no podrémos ir nunca a una tienda y decir déme usted la economía de mercado que solo tenga la fase de euforia, hay que coger las dos.
Pero entonces, si aceptamos eso, necesitamos políticas e instituciones nuevas que repartan mejor los riesgos de vivir en esta economía entre Estado, entre empresas, y entre individuos, familias. Para no alargarme, una institución nueva, en este sentido, que reparte mejor los riesgos de una crisis económica, serían los ERTES. Los ERTES es un instrumento que probablemente, estaban ya en el Estatuto de los Trabajadores., pero que se aplica ahora, pero desde mi punto de vista tiene esta particularidad que reparte mejor el riesgo de una crisis con el desempleo masivo que pudiera provocar. Y una institución nueva sería, en este sentido, también un ingreso mínimo vital, en este sentido, de esto habla.
Finalmente, paradójicamente, yo creo que la crisis de la Covid trae una oportunidad inesperada de construir este nuevo contrato social. Y la trae a mi juicio por varios motivos, pero el tiempo ya me apremia, y quisiera solo señalar una. Una crisis como esta, que no es una crisis normal del Capitalismo, una crisis como esta, decimos con frecuencia, que lo que introduce en nuestro comportamiento respecto a futuro es una incertidumbre radical.
¿Qué queremos decir? Incertidumbre es distinto de riesgo. Riesgo es un evento que podemos pronosticar, que tenemos datos actuariales, para poder asignarle a una probabilidad de que ocurra y cubrirlo como un seguro, cubrir ese riesgo. La incertidumbre no es riesgo. La incertidumbre es como una especie de niebla densa que de pronto, se coloca delante de nuestros ojos, y no nos permite saber cómo estaremos en el futuro.
Si tendremos salud, o no tendremos salud, si tendremos empleo o no tendremos empleo, si podremos educar a nuestros nietos e hijos, o no los podremos educar. Y es este elemento de niebla, e incertidumbre es el que creo que trae una circunstancia que hace posible que aquellas personas que defendemos la necesidad de un nuevo contrato social, nos encontremos favorecidos. ¿Por qué motivo? Y vuelvo de nuevo a la filosofía y al trabajo de la Consejera Victoria Camps. Dejenme recurrir a John Rawls, ese gran teórico de la justicia, de la segunda mitad del s xix.
El utilizó ese concepto de velo de ignorancia que es similar, mi concepto de niebla es similar a ese velo de ignorancia, que no nos permite saber cómo estaremos en el futuro. Y si no me equivoco, Rawls venía a decir que ese velo de ignorancia nos hace mas racionales, nos hace proclives a apoyar políticas, a apoyar instituciones que vayan orientadas a lograr ese objetivo que para mí es el ideal, que es una economía que por un lado introduzca economía y riqueza pero a la vez que produzca justicia social.
Y aquí les traigo, si me permiten, una epifanía, una epifanía que no es conocida aún.
Dicen, miren, a mi me enseñaron en la facultad, y yo enseñé a mis alumnos hasta hace 7 años exactamente, que hay un dilema en la vida, que en la vida económica y política, que no puedes obviar, el dilema entre eficiencia económica y justicia social, equidad, y se nos decía, mire, usted tiene todo el derecho, tiene toda la legitimidad a trabajar, a luchar, por una sociedad mas justa pero usted debe tener en cuenta, que en terminología de un economista, eso tiene un coste de oportunidad. es decir, una mayor justicia social le va a provocar una menor eficiencia de la economía, Usted es libre escoja, pero es un dilema tremendo, para un ciudadano, para un economista, para cualquier político. Era un dilema que bloqueaba las decisiones y dividía mucho a la sociedad.
Esto, bueno, hoy, si me permiten un poco esta pequeña soberbia de economista, hoy tenemos desde hace 7 años una nueva epifanía que nos dice que ese dilema que estableció un economista muy, muy partidario de la justicia social pero que con los datos que manejó, los datos le decían que había este dilema, no? Me dejo llevar ahora, hablamos muchas veces del caldero agujereado de Okun. Aunque Okun decía que ese dilema existía, él, partidario de la justicia, decía, aun así hay que llevar el agua aunque sea en un cubo agujereado, perdida de eficiencia, a aquellos que necesitan beber.
Pues bien, hoy, sin embargo, tenemos una epifanía que no viene del Vaticano, que viene del Fondo Monetario Internacional. Con los datos que tenemos hoy, para un mayor numero de países, para un mayor numero de años y con las técnicas actuales del Big Data, hoy sabemos que una sociedad un poco mas justa no produce una merma de eficiencia económica, sino al contrario, la relación es positiva y una sociedad un poco más justa produce una economía más dinámica, una economía mas eficiente, mas justa y mas sostenible en el tiempo.
Esto es lo que a mí me anima, tanto en la Presidencia del CES como el llegar hoy a esta casa, el saber que tenemos ya instrumentos analíticos, desde la economía desde la filosofía y del derecho para defender la posibilidad, la necesidad de tener, por un lado, economías dinámicas vibrantes pero a la vez, que sean capaces de ser compatibles, de ir acompañadas de una mayor justicia social.
Esta es un poco la reflexión, me he pasado aquí Presidenta, me disculpo, le decía al principio que sería contenido en la expresión, compruebo ahora que no, no he sido muy contenido. Muchas gracias.
28:47 Presidenta. Señoras Consejeras, Señores Consejeros, señoras y señores.
Hoy es un día importante para esta Institución, como siempre que se incorpora un nuevo Consejero o Consejera. Pero hoy estoy particularmente contenta porque tras dos años volvemos a tener representación de una Institución que comparte con el Consejo de Estado una función, la de aconsejar.
La Presidencia del Consejo Económico y Social está representada en el Consejo de Estado con una Consejería nata, pero el puesto permanecía vacante desde que en 2019 lo dejara Marcos Peña, quien contribuyó a las deliberaciones de este Pleno durante los 13 años en que se mantuvo al frente del CES.
Es con gran satisfacción que recibimos a D. Antón Costas Comesaña que ha tomado, este mismo mes, posesión como nuevo Presidente del CES y al que, personalmente, profeso una profunda admiración y respeto y al que me une una amistad de la que me precio.
No podemos estar más satisfechos por la incorporación de una persona tan lúcida como Antón Costas, cuyos libros y artículos he leído y he seguido con fruición porque me han ayudado a entender la crisis que estamos viviendo desde hace ya más de una década y que me han ayudado, sobretodo, a no perder la esperanza y a vislumbrar posibles futuros más propicios.
Aunque sus méritos son de sobra conocidos y reconocidos y su prestigio indiscutible, es justo en un acto como éste, realizar una referencia breve, pero intensa porque su trayectoria profesional lo es, a los hitos fundamentales que conforman su curriculum.
Antón Costas es Ingeniero Técnico Industrial y Economista. Su tesis doctoral fue dirigida por los profesores Estapé y Lluch y en ella analizó el pensamiento económico liberal español del siglo XIX. Se ha ocupado a lo largo de toda su trayectoria académica de analizar la importancia de las ideas, los intereses y las Instituciones en los procesos de formación de las políticas y reformas económicas. Sus artículos y libros son innumerables.
Antes de asumir la Presidencia del CES, ocupaba, desde 2005, una Cátedra de Política Económica en la Universidad de Barcelona. También había sido Vicerrector de la Universidad Menéndez Pelayo y presidente del Círculo de Economía (2013-2017).
Él ha reconocido que su trayectoria profesional es el fruto de su madre y del bachillerato. Un precioso tributo a las madres y a la educación, que no puedo más que subrayar y agradecer.
En los últimos años, la obra de Antón Costas ha estado dedicada a explicar y analizar en profundidad las causas, los efectos y las respuestas a la crisis de 2008. Se ha ocupado y preocupado de reflexionar sobre el futuro del capitalismo. Su libro más reciente, un trabajo fascinante, publicado en 2017, se titula “El final del desconcierto. Un nuevo contrato social para que España funcione”.
Querido Antón, todo lo que sostenías en ese libro, sigue vigente en 2021. Añadiría, que lo que decías entonces es más pertinente que nunca en la tesitura actual y en la que sobrevendrá una vez que hayamos superado definitivamente la pandemia y no tengamos más remedio que enfrentarnos a un paisaje social global desolado por el crecimiento de la pobreza y el aumento de las desigualdades.
Esta pandemia ha agravado hasta límites insoportables la inequidad. En todo el mundo. El Programa de Desarrollo Humano de Naciones Unidas ha advertido de que 2020 es el primer año en que se ha registrado un deterioro del índice de desarrollo humano global.
Como sostiene Antón Costas, el modelo de economía social de mercado, viene arrastrando un problema fundamental desde los años 90 y es que ha perdido el componente “social”, que se ha descolgado por el camino. Si el análisis lo circunscribimos a España, estoy completamente de acuerdo, en que ese componente que – como ha sostenido Antón Costas – era una de las bases esenciales del contrato social que se forjó en nuestro país con los Pactos de la Moncloa, se ha ido erosionando a partir de los años 90.
Pero me temo que, si volvemos la mirada hacia tiempos pasados, constataremos que la historia se repite. Ya a mediados del siglo XX, Karl Polanyi se lamentaba de cómo la economía de mercado había logrado dominar las instituciones sociales, en vez de estar empotrada en una relación más equilibrada con éstas. Y ya entonces pedía que se reformulara la relación entre lo económico y lo social. Él reclamaba que la ganancia no prevaleciera sobre la subsistencia (la provisión de bienes materiales, la satisfacción de necesidades básicas).
La idea de una economía social de mercado parecía responder a estas preocupaciones y redefinir los equilibrios, para poner en primer plano la subsistencia. Sin embargo – como bien analiza Antón Costas – después volvieron a imponerse modelos y propuestas – terceras vías – que desequilibraban de nuevo la balanza para imponer el dogma de la maximización del beneficio.
Este desequilibrio alcanzó su punto culminante con la crisis de 2008 y se expresó sin disimulos, ni complejos, en la respuesta de la Unión Europea a aquella crisis, una respuesta que ignoró las necesidades sociales.
Ahora, todavía impactados por la pandemia del COVID19, las recetas que se han aplicado han sido diferentes. Las respuestas no han carecido de una dimensión social, aunque hay que esperar a ver si esa perspectiva social se mantiene una vez que nos liberemos de las mascarillas y se incrementen las presiones para volver a la llamada “nueva normalidad”, que puede ser gatopardiana. Nos podemos ver tentados a hacer todo lo que sea necesario para que nadie cambie. Yo espero que no, porque las cosas tienen que cambiar.
Con la pandemia las desigualdades se han exacerbado. El virus ha afectado infinitamente más a los que menos tienen. La pobreza y la desigualdad crecientes son efectos colaterales de la pandemia, pero se han producido porque había un terreno abonado para ello. Había unas condiciones de desigualdad estructurales, previas a la irrupción del coronavirus. La FAO ha demostrado que los efectos directos e indirectos de la pandemia están fuertemente condicionados por las desigualdades entre países y dentro de los países.
Y no se podrá salir de esta crisis si las respuestas no integran el objetivo de reducir la igualdad. Has dicho alguna vez –Antón- que la igualdad es fundamental y que es objetivo prioritario luchar contra las desigualdades, pero que también hay otro factor muy importante que explica el malestar social: el miedo al futuro. Eso lo decías en 2017. Imagínate el miedo social ahora.
El miedo que se ha hecho fuerte en un contexto de gran incertidumbre y de injusticia social.
Este mismo mes nos ha dejado el gran Caballero Bonald, que dedicaba uno de los poemas recogidos en su “Manual de infractores” al “terror preventivo” y, aunque se refería en aquel momento a la guerra de Iraq, se pueden usar sus poderosas palabras para denunciar las injusticias. Decía él en ese poema que la trama preconcebida de la iniquidad era un tajo mutilando el futuro.
Una imagen impactante, que nos sacude y nos recuerda que, en efecto, la injusticia, trunca el futuro de muchas personas y de los países y engendra lo que hoy ya no es miedo, sino casi “terror”. Estoy convencida de que una decidida apuesta por la igualdad puede contribuir a aliviar ese miedo, a disiparlo y a generar certidumbres.
Antón Cotas ha sostenido que no puede haber una democracia liberal que no esté basada en el consentimiento voluntario de los ciudadanos a lo que hacen sus Gobiernos. Y ha subrayado que, en una sociedad plural, un debate profundo y riguroso en sus Instituciones pude contribuir e incluso puede generar ese consentimiento. No puedo estar más de acuerdo.
El Consejo de Estado se precia de ser una de esas Instituciones en que se debate y se dialoga, con profundidad, con rigurosidad y con serenidad y discreción sobre muchos asuntos relativos a la Administración. De esa manera, desde aquí, se contribuye a garantizar la calidad del ordenamiento jurídico, pero también, a la construcción de ese consentimiento social, ingrediente fundamental de la democracia.
La autoridad y prestigio de esta Institución le otorgan un papel fundamental en el sistema de pesos y contrapesos que caracteriza el constitucionalismo. Sus dictámenes se secundan por las autoridades consultantes no por la fuerza de la ley, sino por el peso de la razón.
Aquí realizamos un trabajo muy transversal. En una época en la que prima la sobre-especialización, en el Consejo se discuten todo tipo de asuntos desde una perspectiva enriquecida por la variedad de materias tratadas. Aportamos una visión holística del ordenamiento jurídico, lo que contribuye a su coherencia.
Querido Antón, en nombre de todos los miembros de esta Institución, te recibimos hoy.
Ya eres un Consejero Nato de este Pleno. Estamos encantados con tu incorporación porque estoy segura de que tu conocimiento y tu talante – tranquilo, discreto y dialogante – nos ayudarán y contribuirán a elevar el nivel de nuestras deliberaciones.
Bienvenido Consejero. Gracias
42:07 Presidenta. Gracias Señoras y Señores Consejeros, gracias a todos los asistentes, se levanta la sesión.
Fin de transcripción